El título de este pequeño cuento real fue la seña, el grito de guerra que nos unió a todos los que participamos durante el periodo 2002-2004 en una operación en clave: “Salvar Santa María” ¡¡Salvemos Santa María!!
Corría el otoño de 2002. El templo de Santa María estaba a punto de un colapso inmediato. Nos conjuramos para salvarlo de la mano del párroco y de la Corporación Municipal. No había tiempo que perder. El tiempo jugaba a la contra. Recuerdo la primera reunión en la sacristía del templo. El cura y el alcalde, una representante del Consejo Parroquial y una representante de la Asociación de Amas de Casa. Y un reclamo excepcional: “los débiles y enfermos muros de Santa María cobijan el órgano probablemente más antiguo de la península ibérica”. De este modo, el órgano renacentista de Santa María se convirtió en la bandera principal de nuestra reivindicación. Si se cae Santa María y se destruye el órgano, saldremos en las primeras páginas de los periódicos nacionales; Garrovillas aparecerá en los telediarios.
En el inicio éramos solo dos, un periodista de una agencia de prensa y un ingeniero de minas. Quién nos iba a decir que algún día acabaríamos siendo llamados como gestores de templos en ruinas.
El caso es que estando con el párroco de Garrovillas, Don Nicolás, nos contó la situación de deterioro en que se encontraba la Iglesia de Santa María y las distintas gestiones que se habían realizado por parte suya y del Ayuntamiento de Garrovillas para su reparación. A pesar del entusiasmo de don Nicolás. percibimos que el arreglo de la Iglesia estaba en vía muerta, o nos pareció eso a nosotros.
Concretamos que, como el templo era propiedad de la iglesia, había que contar con ella, aunque discutimos si también era nuestra, digamos del pueblo, cuyo representante era el alcalde. Decidimos ir con los dos posibles titulares, al obispado con el cura y a la Junta con el Alcalde.
Ya habían caído algunas piedras de la parte alta del coro, había peligro para las personas. Todos los actos litúrgicos se habían trasladado a la Iglesia de San Pedro. Santa María estaba cerrada al culto y al público.
Las grietas de los muros del coro eran tan anchas que cabía una mano. Se habían puesto en las grietas unos pegotes de yeso como testigos de movimiento. Estaban todos rotos, o sea que las grietas se movían y si una grieta se mueve, el arco de sustentación se abre y la iglesia se hundiría. Había que movilizarse y movilizar a todos.
Lo primero para que nos hicieran caso era valorizar aquello ¿Qué tenía Santa María? Qué podía justificar la alarma de todos. Don Nicolás nos sacó unos legajos antiguos de cuando la construcción de la iglesia en 1495, nos arrojamos sobre ellos pero estaban escritos en letra gótica, no éramos capaces de leer ni un párrafo por hora. Había que traducir aquello.
Alguien nos habló de un historiador joven de Garrovillas, José María Velaz, le enseñamos los legajos y los leía casi de corrido, le adjudicamos la elaboración de un libro que pusiera de manifiesto todo lo que había de valor en el templo, esto nos serviría de primer aldabonazo para llamar a muchas puertas.
Efectivamente, la presentación del libro en Cáceres dio pié a su aparición junto a los protagonistas de la Noticia en toda la prensa regional.
Cuando entrábamos en la iglesia, en su capilla lateral se encontraban visiblemente fuera de lugar, unas grandes cajas de madera, como de embalaje. Aquellas cajas contenían el Órgano de la Iglesia. Se nos informó que después de su puesta a punto por el Maestro organero holandés De Graff en los años 1990, apenas se había utilizado.
Ahora, ante el temor de un derrumbe, el Órgano se había bajado desde el coro a la planta baja como lugar más seguro. Por nuestra parte anotamos el hecho: El órgano que había sido calificado como instrumento singular, tanto por su claridad de sonido como por su antigüedad, sería un segundo aldabonazo para llamar a otras puertas.
A partir de este momento arreciamos en visitas a todos los posibles implicados. Ante la Iglesia con Don Nicolás, a pesar de él consideraba que el problema no era el dinero. Mejor que fuese así porque el ecónomo del obispado nos informó que tenía un presupuesto, por los acuerdos del Concordato, de unos 30 Millones de Ptas. para toda la diócesis de Coria –Cáceres, lo que no daba ni para correr los tejados.
Ante esta situación, decidimos girar nuestros esfuerzos hacia la Administración Autonómica. Allí si que había fondos importantes pero teníamos que emplear otros argumentos para conseguirlo. Había que hacer valer el interés turístico junto con el interés cultural. En definitiva había que justificar la inversión y esta era de 170 millones de pesetas.
Puestos a elegir pensamos que como el proyecto de sostenibilidad de la Iglesia de Santa María era superior a 150 millones de ptas. Sería más fácil encajarlo en un plurianual de 40 o 50 millones anuales y a por ello que nos fuimos.
Nuestros contactos en la Junta de Extremadura, nos llevaron a escudriñar las partidas presupuestarias afines al caso y la mejor manera de insertarlas en los presupuestos futuros, para lo que se hicieron varias visitas a Mérida y hacia otros organismos culturales.
Partidas económicas de ese calibre que previamente no estuvieran ya comprometidas en los Presupuestos eran difíciles de encajar, al final, con el Alcalde por bandera en representación del pueblo de Garrovillas nos plantamos en la presidencia de la Asamblea de Extremadura con un mensaje muy sencillo: “La iglesia donde nos bautizamos se derrumba”.
Ante una noticia tan rotunda, el presidente de la Asamblea se interesó por nuestros planes y nos pidió que le informáramos de todos los pasos que diéramos encaminados a solucionar el problema.
La visita a la Asamblea y al Presidente apareció en toda la prensa, se había logrado que el problema tuviese eco suficiente para ser atendido en todas las instancias.
Cuando nos encaminamos hacia los departamentos de la Junta que tenían el proyecto parado pero no acababan de lanzarlo, la atención que recibimos era distinta ya que tenían noticias del eco que su actuación iba a desencadenar a todos los niveles. Al fin se consiguió que un plan plurianual financiase las obras de restauración.
Posteriormente y para que el proyecto tuviese cabida en las líneas de intervención de los programas en que la Junta nos había integrado, hubo que impulsar las actividades culturales, para lo cual la utilización del Órgano ha sido fundamental, junto con los Aniversarios y Conciertos Homenajes al músico garrovillano Domingo Marcos Durán los cuales han marcado un tiempo nuevo tras la restauración de la iglesia de Santa María y con ella el remontaje de su Órgano.
Algún tiempo después de la puesta en marcha del proyecto de Garrovillas de Alconétar, desde otros municipios de la provincia solicitaron ponerse en contacto con el equipo que habíamos formado para encargarnos proyectos de rehabilitación de sus iglesias. Hubo que explicarles que no éramos profesionales ni pertenecíamos a ninguna gestoría, aunque vistas las necesidades de nuestra Extremadura quizás hubiera merecido la pena dedicarse a ello.
Misión cumplida. El “¡Salvemos Santa María!” fue un movimiento ciudadano, de la sociedad civil diríamos ahora. Y queden para la pequeña historia local los nombres de quienes nos reunimos, una tarde del otoño de 2002, en la sacristía de un templo en ruinas: el párroco, don Nicolás Rivero Porras; el alcalde, Pedro Martin Maldonado, Charo Guillén, por el Consejo Parroquial, Dolores Talavera Macías, por la Asociación de las Amas de Casa, el periodista era José Julián Barriga Bravo, el ingeniero de Minas, quien firma este relato, Emilio Perianes Valle.