LA “CARPETA” DEL ÓRGANO DE SANTA MARÍA

 Hacía tiempo que veníamos tratando de encontrar la documentación del maestro organero Gerard de Graaf (1928-2013) que le sirvió para restaurar el órgano renacentista de Garrovillas. Habíamos contactado con su hijo, Andreas, a quien por cierto conocimos en nuestro pueblo con ocasión de uno de los Memoriales “Marcos Durán”. Conocíamos que su padre, independientemente de ser uno de los maestros organeros más importantes de Europa, era una autoridad en el mundo de la cultura organística. A lo largo de los años había creado una biblioteca especializada en el arte de los órganos en cualquiera de las lenguas de la cultura occidental.

Tan importante fue su biblioteca que hoy día nutre la sección de historia musical de la Biblioteca Nacional de España. Con este motivo, la BNE publicó el catálogo y la ficha bibliográfica de cada uno de los mil volúmenes que la integran. Es un libro estupendo en el que -¡faltaría más!- figura entre los órganos restaurados por de Graaf el de Santa María de Garrovillas. Uno más de los 100 órganos restaurados o construidos por el maestro holandés en los Países Bajos, Alemania, Bélgica, Andorra, Portugal y España

El caso es que por una u otra razón no acabábamos de contactar con el hijo de de Graaf. Lo conseguimos finalmente y quiso la fortuna que el día que le visitamos en su retiro,

Durante la visita con Andreas, hijo de De graaf

ese mismo día el Boletín Oficial de Extremadura publicara el decreto de declaración del órgano garrovillano como Bien de Interés Cultural. A la hora del almuerzo pudimos brindar con una copa de vino manchego por el reencuentro con la “carpeta” del órgano de Garrovillas.

Con el hijo de De Graaf

Teníamos la impresión de que entre los papeles de de Graaf estuviera narrada la historia de los cinco siglos de vida del órgano. No estaba la historia, pero estaban los documentos de otra historia que se inició en el año 1977 -va para medio siglo- cuando aquel holandés entre errante y explorador de tesoros musicales se dejó caer por Garrovillas y descubrió que en el coro de la iglesia de Santa María descansaba una de las joyas de la organería peninsular.

Carta de De Graaf a Don Antonio Puerto, 1977

Carta de Gerard a Don Antonio Puerto, 1977

Pasaron los años, pero al fin ocurrió la oportunidad de que la política, las instituciones y las gentes de la cultura se pusieran de acuerdo para hacer sonar de nuevo los tubos que en otros tiempos llenaron de sonidos extraordinarios las bóvedas de Santa María.

Comunicación del inicio de las obras. 1987

En una mañana ventosa de primavera llegamos a un lugar semi despoblado lleno de historia musical. En una nave, Andreas de Graaf conservaba y custodiaba la memoria artística e intelectual de su padre.

Visitando el taller

Miles, decenas de miles de documentos perfectamente clasificados de modo que, a poco que lo intentásemos, encontraríamos una carpeta con el nombre de Garrovillas. ¡Lo habíamos conseguido! Cualquiera puede imaginar la emoción que se siente en el momento de descubrir lo que tanto tiempo llevábamos persiguiendo.

Era una carpeta de trabajo: cartas, informes, gráficos, anotaciones, correspondencia entre el párroco (don Antonio Puerto) y Gerard de Graaf, sugerencias del maestro organero, presupuestos no solo para rehabilitar el órgano de Santa María,

Boceto con apuntes

Boceto con apuntes

también el de San Pedro,

Datos de De Graaf

encargos a los Países Bajos para sustituir, reponer o conformar los tubos más perjudicados por el paso del tiempo,

pero en todo ello, el aprecio, el respeto del maestro de Graaf por el instrumento, por conservar con la máxima fidelidad y justeza su origen y su conformación primitiva: “podía ser este de Garrovillas el único donde se podía oír esta entonación quizás en todo el mundo. Hay que aclarar desde el principio que una restauración en este tono alto para el uso litúrgico podía ser desventajoso. Pero no hay duda que los valores históricos y musicológicos de este órgano tienen que prevalecer sobre este pequeño inconveniente en el uso litúrgico”.

Como en los mejores tiempos del Renacimiento cuando los pintores reclamaban a sus mecenas el pago de los dineros acordados, el maestro de Graaf se queja amargamente de que no puede finalizar el trabajo de restauración porque no encuentra desde hacía meses quien respondiera (“ya he llamado unas diez veces a esta Institución, pero es imposible concretar algo ya que las chicas nunca saben de nada y el responsable nunca está…”, 27 de agosto 1988)

El 11 de febrero de 1977 le sugiere al párroco de Santa María que se ponga en contacto con don Carmelo Solís (investigador y miembro de la Real Academia de Extremadura) para que le oriente sobre cómo solicitar la financiación de la restauración del órgano y que le envíe cuatro fotos para comenzar a hacer el proyecto de restauración. Las gestiones prosperaron y, al fin, el 1 de febrero 1987 se firmó el contrato de restauración entre el maestro de Graaf y el presidente de la Diputación de Cáceres, Manuel Veiga López, por importe de 3.091.200 pesetas.

Seguíamos encandilados repasando los documentos de la “carpeta”: dibujos técnicos, las cartas y los presupuestos, las facturas, la carta de un garrovillano preocupado por el curso de los trabajos

Escrito de Enrique Bravo a De Graaf. 1988

y  la respuesta del maestro organero,

Respuesta de De Graaf. 1988

recortes de periódicos, el apunte en una servilleta, la factura de hotel y ¡hasta tres papeletas de la rifa de la cerda de San Antón del año 1990 por importe de 25 pesetas cada una de ellas!

Anotaciones en papeleta de San Antón. 1990

¡Qué riqueza de datos técnicos, culturales, sociológicos, hasta políticos, para hacer la historia completa del órgano reciente declarado Bien de Interés Cultural!

Pero la “carpeta” del órgano de Garrovillas era solo una gota en el océano de documentación del maestro De Graaf. Cientos de carpetas, miles de documentos clasificados, revistas, partituras, todo un tesoro musical que acabábamos de descubrir en los campos de La Mancha. Regresamos con el recuerdo de los versos de Bécquer, aquellos en los que el poeta imagina quién sepa despertar las notas que duermen en las cuerdas del arpa, “silenciosa y cubierta de polvo”. ¿Quién sabrá devolver a la actualidad el tesoro artístico y documental que duerme en una nave, en cajas cuidadosamente ordenadas y documentadas, que contienen la memoria y el trabajo de un maestro organero que despertó los sonidos extraordinarios del órgano renacentista de Garrovillas de Alconétar?