«laudate eum in chordis et organo»
(Ps. 150)
Sin ningún lugar a dudas, el órgano de Santa María es uno de los grandes tesoros que se custodian en nuestros templos. Sin embargo, no son mis palabras para glosar la singularidad artística o técnica de este maravilloso instrumento, ni siquiera para recrearnos en la magnífica decoración de sus postigos, que reproducen la famosa Anunciación que pintara Fra Angélico, o para recordar la extraordinaria antigüedad del mismo, que lo sitúa entre los más antiguos de todo el mundo.
Me gustaría detenerme en la envolvente sensación de contemplar los misterios de la liturgia celebrada con el órgano porque, efectivamente, la música sacra no es un mero acompañamiento o añadido de la misma para su embellecimiento u ornato, sino que es verdadera y auténtica celebración de la misma. Por eso, la Iglesia concede un lugar de honor al órgano como instrumento más en armonía con el espíritu de la liturgia y lo debe tener en la mayor estima, ya que es capaz de elevar nuestro corazón y nuestra mente hasta Dios y hacia las realidades celestiales.
Diego Zambrano López
Vicario General de la diócesis de Coria-Cáceres